
La época victoriana comprende casi dos tercios del siglo XIX, coincidiendo con el extenso reinado de la monarca británica la Reina Victoria I, que dio nombre a este periodo. La revolución industrial que se produjo en ese tiempo, trajo con sigo muchas novedades a la hora de la elaboración de ropa, que para 1907, se confeccionaba ya en fábricas y se comercializaba en grandes tiendas.
Aun así, durante el proceso de elaboración, se usaban materiales no muy recomendables para la salud. Por eso hoy, viajamos en el tiempo para conocer más de cerca cómo se confeccionaba la ropa de esta época y los peligros que entrañaba.
El corsé
Una de las tendencias de moda más famosas de la época fueron los corsés, diseñados para adelgazar la cintura de las mujeres y forzar una figura de reloj de arena perfecta.
Aunque estas piezas se podían usar de forma segura sin ajustarlos demasiado, en la época victoriana la costumbre era apretar los cordones en demasía, lo que tuvo consecuencias mortales y de salud crónicos para sus usuarias.
Los cordones apretados desplazaban los órganos internos, e incluso les podían romper las costillas. Muchas mujeres solían desmayarse al no poder respirar bien e incluso, hubo un caso en el que una mujer falleció debido a que el acero de su corsé le atravesó el corazón.
Peinetas de celuloide
El británico Alexander Parkes inventó durante esta época el material moldeable que hoy llamamos plástico. Lo bautizó parkesina, pero pronto se comenzó a conocer por el nombre de celuloide.
Estos primeros plásticos se utilizaron en la confección de muchos objetos, entre ellos, broches, peines y peinetas, muy usadas por las mujeres de entonces. Desafortunadamente, este material era altamente inflamable que, al degradarse, puede prenderse sola y es explosiva con el impacto.
Debido a esto, muchas peinetas de celuloide estallaban o se prendían fuego en la cabeza de las mujeres victorianas en los días de más calor o si se pasaba demasiado tiempo junto a una fuente de calor, como podían ser las chimeneas en invierno.
Los sombreros elaborados con mercurio
Se dice que la expresión de «loco como un sombrerero», e incluso que el famoso personaje de Lewis Carroll en Alicia en el país de las Maravillas tiene su origen en los efectos secundarios físicos y mentales que sufrían los fabricantes de sombreros por el uso de mercurio.
Este material tan nocivo, lo usaban para peinar las pieles con las que confeccionaban los sombreros, para que quedarán bien unidas.
Sea o no este el origen de la expresión, lo cierto es que muchos sombrereros sí sufrieron envenenamiento por mercurio.
Estas personas desarrollaban problemas neuromotrices, como temblores, pero también problemas psicológicos que volvían a los afectados mucho más tímidos y paranoicos. Además, también padecían problemas cardiorespiratorios, se les caían los dientes o fallecían a edades tempranas.
Lo curioso es que el mercurio solo afectaba a los que confeccionaban el sobrero, no a quién lo portaba, por lo que se asumía como un «riesgo laboral» que los fabricantes debían asumir y aceptar.
Tintes creados a base de arsénico
En 1775, el químico Carl Wilhem Scheele invento un pigmento verde brillante que conquistó a las clases altas y artistas que no dudaron en teñir con él alfombras, cortinas, paredes, vestidos…
Lo que no sabían es que este verde París, como se le llamaba, estaba compuesto por arsénico de cobre y todo aquel que lo utilizaba corría un grave peligro.
Varios médicos de la época se encontraron con muchos casos en los que varias personas, incluso familias enteras, fallecían en extrañas condiciones. Tras varias autopsias y estudios, vieron que lo que tenían en común todas estas víctimas era arsénico en su organismo y el color verde París decorando alguna estancia de su hogar o tiñendo alguna prenda de ropa.
Este tinte dejó de usarse en la segunda mitad del siglo XIX y pasó a utilizarse como pesticida.
Los calcetines de anilina
En esta época, los calcetines se solían fabricar con tintes de anilina, una sustancia tóxica que al ingerirse, inhalar o al estar en contacto con la piel, dañaba la hemoglobina que transporta el oxígeno a la sangre.
Como podrás imaginar, suponían un nuevo riesgo para la salud de quienes los llevaban, ya que estos calcetines inflamaban los pies de sus portadores y provocaban llagas e incluso cáncer de vejiga.
Menos mal que, gracias a la investigación y el paso del tiempo, podemos asegurar que la moda ahora es totalmente segura y no hay que preocuparse por los componentes de las prendas.
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Esperamos que este viaje en el tiempo haya sido de lo más interesante y te haga ver la importancia de la investigación, sin la cual, no podríamos disfrutar de una moda segura.